En defensa de la integración de
América Latina y el Caribe
Patricio
Echegaray
Independientemente
que las últimas encuestas pronostican un giro favorable a la continuidad de Dilma
Rousseff en la segunda vuelta que mañana se enfrentara en Brasil, es un hecho
que saldremos de estos procesos electorales, tanto en Brasil como en Uruguay, con
derechas instaladas “competitivamente” en el panorama electoral, fenómeno que
sin duda tendrá repercusiones en el ya cercano proceso electoral argentino, en
el cual los candidatos más instalados son reconocidos y asiduos visitantes de
la embajada norteamericana.
Sin
descuidar los discursos que tienen en común, en los cuales hablan de “amigarse
con los mercados” es necesario pensar como los avances de estos sectores pueden
apuntar contra el gran tema de la integración regional.
En
efecto, considerando, pocos días antes del noveno aniversario de NO AL ALCA, todas
las tareas pendientes que, respecto a una efectiva integración aún faltan,
queremos proponer a las organizaciones y militantes del movimiento popular argentino
y de la región un accionar dirigido a romper con el evidente ocultamiento al que
ha sido sometido uno de los más, sino el más importante documento referido a la
integración de América Latina y el Caribe y el rol a jugar en un mundo en el que
la crisis capitalista amenaza con la guerra,
el hambre y otras perversidades con las que el imperialismo aspira para
mantener su hegemonía.
Usemos
con energía este acuerdo, firmado en Cuba por todos los gobiernos de la región,
contrarrestemos las tendencias anti-integración de las derechas y afirmemos el
rumbo de que la integración antimperialista es el camino para la construcción
de verdaderas alternativas liberadoras en nuestros países.
Documento
PROCLAMA DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
COMO ZONA DE PAZ
Las Jefas y Jefes de Estado y de
Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC),
reunidos en La Habana, Cuba, los días 28 y 29 de enero de 2014 en
la II Cumbre, en nombre de sus pueblos e interpretando fielmente sus
anhelos y aspiraciones;
Ratificando el compromiso de sus países
con los Propósitos y Principios consagrados en la Carta de las
Naciones Unidas y el Derecho Internacional, y conscientes de que
la prosperidad y estabilidad de la región contribuyen a la paz y seguridad
internacionales,
Conscientes de que la paz es un bien
supremo y anhelo legítimo de todos los pueblos y que su preservación es un
elemento sustancial de la integración de América Latina y el Caribe y un
principio y valor común de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(CELAC);
Reafirmando que la integración fortalece
la visión de un orden internacional justo, afirmado en el derecho y en una
cultura de paz que excluye el uso de la fuerza y los medios no-legítimos
de defensa, entre ellos las armas de destrucción masiva y, en particular, las
armas nucleares;
Destacando la relevancia del
Tratado de Tlatelolco para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América
Latina y el Caribe que estableció la primera zona libre de armas nucleares, en
un área densamente poblada, siendo este una contribución a la paz y la
seguridad regional e internacional;
Reiterando la urgente necesidad del
Desarme Nuclear General y Completo, así como el compromiso con la Agenda
Estratégica del Organismo para la Proscripción de las Armas Nucleares en la
América Latina y el Caribe (OPANAL), adoptada por los 33 Estados miembros del
Organismo, en la Conferencia General de Buenos Aires en agosto de 2013.
Recordando los principios de paz,
democracia, desarrollo y libertad que inspiran las actuaciones de los países
miembros del SICA;
Recordando la decisión de las Jefas y
Jefes de Estado de UNASUR de fortalecer a Suramérica como Zona de Paz y
Cooperación;
Recordando el establecimiento, en 1986,
de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur;
Recordando también nuestro compromiso,
acordado en la Declaración de la Cumbre de la Unidad de la América
Latina y el Caribe, el 23 de febrero de 2010, de promover
la implementación de mecanismos propios de solución pacífica de
controversias;
Reiterando nuestro
compromiso de que en América Latina y el Caribe se consolide una Zona de
Paz, en la cual las diferencias entre las naciones se resuelvan de forma
pacífica, por la vía del diálogo y la negociación u otras formas de solución, y
en plena consonancia con el Derecho Internacional;
Conscientes también
del catastrófico impacto global humanitario y a largo plazo del uso de las
armas nucleares y otras armas de destrucción masiva, y de las discusiones en
curso sobre este tema;
Declaramos:
1. América
Latina y el Caribe como Zona de Paz basada en el respeto de los principios
y normas del Derecho Internacional, incluyendo los instrumentos
internacionales de los que los Estados miembros son parte, y los
Principios y Propósitos de la Carta de las Naciones Unidas;
2. Nuestro
compromiso permanente con la solución pacífica de controversias a fin
de desterrar para siempre el uso y la amenaza del uso de la fuerza de
nuestra región;
3. El
compromiso de los Estados de la región con el estricto cumplimiento de
su obligación de no intervenir, directa o indirectamente,
en los asuntos internos de cualquier otro Estado y observar los principios
de soberanía nacional, la igualdad de derechos y la libre
determinación de los pueblos;
4. El
compromiso de los pueblos de América Latina y el Caribe de fomentar
las relaciones de amistad y de cooperación entre sí y con otras naciones,
independientemente de las diferencias existentes entre sus sistemas políticos,
económicos y sociales o sus niveles de desarrollo; de practicar la tolerancia y
convivir en paz como buenos vecinos;
5. El
compromiso de los Estados de la América Latina y el Caribe de respetar
plenamente el derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político,
económico, social y cultural, como condición esencial para asegurar la
convivencia pacífica entre las naciones;
6. La
promoción en la región de una cultura de paz basada, entre otros, en los
principios de la Declaración sobre Cultura de Paz de las Naciones Unidas.
7. El
compromiso de los Estados de la región de guiarse por la presente Declaración
en su comportamiento internacional;
8. El
compromiso de los Estados de la región de continuar promoviendo el desarme
nuclear como objetivo prioritario y contribuir con el desarme general y
completo, para propiciar el fortalecimiento de la confianza entre las naciones.
Instamos a
todos los Estados miembros de la Comunidad Internacional a respetar plenamente
esta Declaración en sus relaciones con los Estados miembros de la CELAC.
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