LOS ROSENBERG EN ALTA FIDELIDAD
Patricio
Echegaray
Resulta conveniente tener siempre
presente que el macartismo es el núcleo central de la ideología imperialista.
En este sentido creemos importante traer a la memoria el caso del asesinato por
pena de muerte de los Rosemberg en junio de 1953.
Ethel Greenglass Rosenberg (38) y Julius
Rosenberg (35) fue un matrimonio de norteamericanos nacidos en Nueva York,
miembros de la Liga de Jóvenes Comunistas (YCL) y militantes del Partido
Comunista de EEUU (CPUSA). Ambos
provenían de familias de obreros judíos y se conocieron en un acto para
recoger fondos para la Internacional Seaman´s Union, donde ella cantó y él concurría siendo estudiante de
ingeniería.
Después
que Julius terminara los estudios se casaron el 18 de julio de 1939 y a partir
de este momento ella se unió a la sección femenina auxiliar del sindicato de la
Federación of Architects, Engineers, Chemists and Technicians (FAECT), a la que
pertenecía su esposo.
Ethel
se convirtió en la única voluntaria de tiempo completo de la Liga de Defensa
del Este, primera organización de defensa civil a nivel barrial que fue un
ejemplo para la creación de otras organizaciones similares en todo el país. Por
este trabajo recibió una carta de elogio de Eleanor Roosvelt.
Allí
organizaba campañas de donaciones de sangre y pronunciaba discursos a favor del
esfuerzo de guerra. Pero cuando en 1942 quedó embarazada comenzó otra etapa de
su vida, pues se volcó totalmente a prepararse para recibir a su primer hijo,
estudió psicología infantil, aprendió a tocar guitarra con el fin de cantarle
al pequeño, y sus actividades políticas finalizaron al nacer Michael, el 10 de
marzo de 1943. En 1947 nació el segundo hijo: Robby y ella se dedica por entero
a las labores domésticas.
Desde
el término de la guerra hasta el año 1950 vivieron una vida tranquila,
dedicados a la educación de sus hijos, pero ninguno de los dos pudo predecir
que su vida en este año cambiaría, tomando un peligroso giro que los llevaría a
la separación definitiva de sus hijos y la injusta muerte. Fue durante el
infame comienzo del macartismo que perdura hasta hoy.
“Venimos de un
medio humilde y somos humildes. De no haber sido por las acusaciones criminales
en contra nuestra, habríamos vivido nuestras vidas sencillamente, como la
mayoría de las personas, desconocidos para el mundo, salvo para aquellos pocos
cuyas vidas se entrecruzaron con las nuestras.” (Fragmento de la Petición de
Clemencia Ejecutiva de los Rosenberg).
Un antiguo maquinista del centro
super-secreto de Los Álamos, el sargento David Greenglass, hermano de Ethel,
confesó haber pasado secretos a los rusos y acusó asimismo a su hermana y al
esposo de ésta, confesión que condujo directamente hacia el matrimonio
Rosenberg, que fue detenido, acusado y juzgado por espionaje. Aún hoy, se
considera que el juicio a que ambos se vieron sometidos distó mucho de haber
sido justo. El Premio Nobel de esa época, Harold Urey,
expresó su opinión de que: “un hombre con la capacidad de Greenglass es
totalmente incapaz de transmitir a nadie la física, química y naturaleza de la
bomba atómica”, poniendo en duda la veracidad de la confesión. Trece años
después del crimen, David Greenglass, el hermano de Ethel, confesó públicamente
que la acusación que les hiciera y los llevara a la cárcel fue falsa e inducida
por el FBI.
El
hermano de Ethel, en busca de reducir su condena y presionado, incriminó a
Julius y Ethel, y dijo que su cuñado lo captó para formar parte de una red
espía de Moscú. En 1970, el FBI desclasificó documentos probatorios de la gran
farsa que constituyó aquel juicio histórico.
Tres
décadas más tarde, la Asociación Americana de Abogados reconstruyó el proceso a
los Rosenberg, y arribó a la certeza concluyente de que los dos eran inocentes
de las acusaciones por las que fueron ejecutados en la silla eléctrica.
Sus
muertes adquieren una gran dimensión histórica, no solo como muestra de la
despiadada persecución ideológica del macartismo en el marco de la Guerra Fría.
Entre 1950 y 1954, Joseph Mc Carthy organizó y dirigió el Comité de Actividades
Anti- Estadounidenses del Senado, desde donde lanzó la mayor operación de
investigación, acoso y persecución a políticos, sindicalistas, intelectuales y
artistas que tenían posiciones políticas de izquierda, liberales y progresistas.
Sobre este periodo siniestro de la historia estadounidense, escribió Eduardo
Galeano:
“El senador
Joseph McCarthy siembra el miedo en los Estados Unidos. Y por orden del miedo
que manda asustando, se asfixia la libertad, se prohíben libros, se prohíben
ideas, los ciudadanos denuncian antes de ser denunciados, quién piensa atenta
contra la seguridad nacional y quién discrepa es un espía al servicio del
enemigo comunista”.
Por lo expuesto, podemos asegurar que también son
un gran ejemplo de Alta Fidelidad política e ideológica, eran jóvenes retoños
de una nueva moral para un mundo más justo, pero ellos prefirieron perder la
vida a denunciar alguna próxima víctima de la brutalidad del sistema capitalista;
ese era el método de persecución ideológica del macartismo: condonaban penas a
todo aquel que acusara a otro de comunista
Dentro
de la cárcel de Sing-Sing, un grupo de seis hombres del FBI, equipados con dos
líneas telefónicas conectadas directamente con
Washington, esperaban en un puesto secreto, con la esperanza de que
Julius Rosenberg o su esposa Ethel prefirieran confesar sus actividades de
espionaje a ser ejecutados.
Mientras,
fuera de la Casa Blanca, pequeños grupos de manifestantes portaban pancartas
con la inscripción: “¡Muerte a las ratas comunistas!”.
Pero
a unos 50 km. al sur, en la Union Square de Nueva York, una multitud de miles
de personas se reunió para pedir clemencia. Para millones de personas la Unión
Soviética era la patria del socialismo, el país que a costa de pérdidas humanas
infinitas había hecho posible la victoria sobre el nazismo (allí murió el 92%
de los afiliados al PCUS). Al mismo tiempo se realizaron numerosas
manifestaciones de solidaridad en los Estados Unidos y en el resto del mundo.
Un grupo de estadounidenses ilustres, entre los que se encontraban el antiguo
gobernador de California Culbert Olson, el científico ganador del Premio Nobel
Linus Paulin, el sociólogo Lewis Mumford y numerosos juristas, educadores y
religiosos, emitieron un comunicado pidiendo clemencia por los condenados.
Figuras internacionales como el físico ganador del Premio Nobel Albert Einstein
y el Papa Pio XII hicieron llegar sus reclamos al presidente Dwight Eisenhower,
quién no se conmovió.
Ambos fueron ejecutados en virtud de la
Ley de Espionaje de 1917, que dictaba pena de muerte para este tipo de delitos
en tiempo de guerra, si bien en el momento de haberse cometido el supuesto
espionaje, Estados Unidos ni siquiera estaba en guerra con la Unión Soviética.
Al comparar este caso con otros de la misma índole, resueltos con penas mucho
más leves a pesar de existir pruebas más concluyentes, como el caso de Klaus
Fuchs, condenado a 14 años de prisión tras haber espiado a los Estados Unidos
en favor de la Unión Soviética, se observa un mayor agravio, impulsado por el
ambiente anti-comunista y el miedo imperante en la sociedad estadounidense a un
inminente enfrentamiento con la Unión Soviética lo que habría originado el «macartismo».
En esa época se vivía la Guerra de Corea (25 de junio de 1950 al 27 de julio de
1953). Este era un conflicto entre Corea del Norte y Corea del Sur , pero a la vez era una
guerra no oficial entre Estados Unidos y la Unión Soviética, conocida como parte
de la Guerra Fría. Es por ello que, en el juicio, se acusó al matrimonio
Rosenberg de haber revelado los secretos de la bomba atómica a los soviéticos,
dando lugar supuestamente al equilibrio nuclear con los soviéticos y se les
hizo responsable de las numerosas bajas estadounidenses durante la Guerra de
Corea. Ambos fueron el chivo expiatorio de la
derrota que se avecinaba en Corea y como brutal reprimenda los ejecutaron
en la silla eléctrica el 19 de junio de 1953.
En
la petición de clemencia enviada por Ethel Rosenberg al Presidente de los
Estados Unidos, ella declaró abiertamente su inocencia y su valiente posición.
”…No somos
mártires ni héroes, ni aspiramos a serlo. No queremos morir. Somos jóvenes,
demasiado jóvenes, para la muerte. Ambos anhelamos ver crecer a nuestros dos
pequeños hijos, Michael y Robert, hasta que lleguen a ser hombres. Deseamos,
con cada fibra de nuestro ser, que nos restituyan en algún momento al lado de
nuestros hijos para reanudar la armoniosa vida familiar que disfrutamos antes
de la pesadilla de nuestros arrestos y condenas. Deseamos que nos reintegren
algún día a la sociedad donde podamos contribuir con nuestras energías a
construir un mundo en el que todos tengan paz, pan y rosas.
Sí, aspiramos a
vivir, pero con la sencilla dignidad que inviste solo a aquellos que han sido
honestos consigo mismo y con sus semejantes. Por lo tanto, con honradez, solo
podemos decir que somos inocentes de este crimen.”
Aun
hoy los seguimos recordando los comunistas de la Patria Grande, porque: “Razón
tenía el viejo Marx, cuando hablaba de que los hechos en la historia se
repiten, unas veces como tragedia y otras como comedia, claro, él a su vez cita
a Hegel, pero lo sustancial es que la historia se manifiesta de tal forma, que
produce un efecto de resplandor, evidencia con tanta claridad las relaciones
sociales de producción, que no le cabe dudas al marxista de los vínculos que
existen entre la rancia oligarquía pro imperialista y la prensa, que es su
brazo propagandístico”, declara la Juventud Comunista de Ecuador y reproduce un
poema de uno de sus grandes literatos, Adalberto Ortiz, alusivo a la infamias
del macartismo de los medios de
comunicación:
EL PELO Y LOS
PERIODICOS
Mi amigo, el peluquero,
cree, a pie
juntillas, en todas las noticias
de la Prensa
Unida y Asociada,
en los partes
de guerra de Corea
y en los
discursos de Truman y Eisenhower.
Cuando
electrocutaron a los esposos Rosenberg,
fue a la
catedral y oró contritamente
por el perdón
de sus culpas de espionaje atómico,
después de
haber gozado en la lectura
de todos los
detalles.
Cree en la honestidad,
proclamada en los periódicos,
de todos los
contrabandistas,
prevaricadores y coimeros,
convertidos
en prohombres de la Patria.
El diario de la mañana es su Evangelio
y la fuente
inagotable de sus temas
para distraer
a sus clientes.
A mí me aburre.
Pero debo
subir a su silla pasando una semana
con un
escalofrío, mirarme en el espejo
y acordarme
de la inocencia y sacrificio de los Rosenberg,
porque tengo
un pelo muy difícil
y él es un hábil peluquero.
Pero,
a pesar del miedo y las persecuciones ideológicas del momento, una multitud de
8 mil personas asistió al funeral del matrimonio Rosemberg, que se realizó en
Brooklin, convencidos de su inocencia. En muchas partes del mundo se realizaron
manifestaciones de rechazo de todo tipo. El poeta argentino José Pedroni
publicó un poema dedicado a Ethel Rosemberg; que luego (paradójicamente lo
cantara otra víctima del macartismo de Videla y Cía), el cantor popular Jorge
Cafrune, lo grabó con su propia voz.
A
Ethel Rosenberg
Letra:
José Pedroni- Música: Jorge Cafrune
SI MORIMOS
Ustedes sabrán,
mis hijos, sabrán por qué dejamos las canciones sin hacer, los libros sin leer,
el trabajo sin hacer para descansar bajo la grama.
No mas lamentos
mis hijos, no más, porque las mentiras y las calumnias fueron montadas.
Las lágrimas que
derramamos y el dolor que nos penetra para todos deberán ser proclamados.
La tierra
sonreirá, mis hijos, sonreirá, y el verde sobre nuestro lugar de reposo
crecerá, el crimen finalizará, el mundo se regocijará en hermandad y paz.
Trabajen y
construyan, mis hijos, construyan un monumento al amor y a la alegría, al valor
humano, a la fe que guardamos por ustedes, mis hijos, por ustedes.
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