lunes, 27 de octubre de 2014

El caso Rosenberg


LOS ROSENBERG EN ALTA FIDELIDAD
Patricio Echegaray

Resulta conveniente tener siempre presente que el macartismo es el núcleo central de la ideología imperialista. En este sentido creemos importante traer a la memoria el caso del asesinato por pena de muerte de los Rosemberg en junio de 1953.

Ethel Greenglass Rosenberg (38) y Julius Rosenberg (35) fue un matrimonio de norteamericanos nacidos en Nueva York, miembros de la Liga de Jóvenes Comunistas (YCL) y militantes del Partido Comunista de EEUU (CPUSA). Ambos  provenían de familias de obreros judíos y se conocieron en un acto para recoger fondos para la Internacional Seaman´s Union, donde ella cantó   y él concurría siendo estudiante de ingeniería.
Después que Julius terminara los estudios se casaron el 18 de julio de 1939 y a partir de este momento ella se unió a la sección femenina auxiliar del sindicato de la Federación of Architects, Engineers, Chemists and Technicians (FAECT), a la que pertenecía su esposo.
Ethel se convirtió en la única voluntaria de tiempo completo de la Liga de Defensa del Este, primera organización de defensa civil a nivel barrial que fue un ejemplo para la creación de otras organizaciones similares en todo el país. Por este trabajo recibió una carta de elogio de Eleanor Roosvelt.
Allí organizaba campañas de donaciones de sangre y pronunciaba discursos a favor del esfuerzo de guerra. Pero cuando en 1942 quedó embarazada comenzó otra etapa de su vida, pues se volcó totalmente a prepararse para recibir a su primer hijo, estudió psicología infantil, aprendió a tocar guitarra con el fin de cantarle al pequeño, y sus actividades políticas finalizaron al nacer Michael, el 10 de marzo de 1943. En 1947 nació el segundo hijo: Robby y ella se dedica por entero a las labores domésticas.
Desde el término de la guerra hasta el año 1950 vivieron una vida tranquila, dedicados a la educación de sus hijos, pero ninguno de los dos pudo predecir que su vida en este año cambiaría, tomando un peligroso giro que los llevaría a la separación definitiva de sus hijos y la injusta muerte. Fue durante el infame comienzo del macartismo que perdura hasta hoy.
“Venimos de un medio humilde y somos humildes. De no haber sido por las acusaciones criminales en contra nuestra, habríamos vivido nuestras vidas sencillamente, como la mayoría de las personas, desconocidos para el mundo, salvo para aquellos pocos cuyas vidas se entrecruzaron con las nuestras.” (Fragmento de la Petición de Clemencia Ejecutiva de los Rosenberg).
Un antiguo maquinista del centro super-secreto de Los Álamos, el sargento David Greenglass, hermano de Ethel, confesó haber pasado secretos a los rusos y acusó asimismo a su hermana y al esposo de ésta, confesión que condujo directamente hacia el matrimonio Rosenberg, que fue detenido, acusado y juzgado por espionaje. Aún hoy, se considera que el juicio a que ambos se vieron sometidos distó mucho de haber sido justo.  El Premio Nobel de esa época, Harold Urey, expresó su opinión de que: “un hombre con la capacidad de Greenglass es totalmente incapaz de transmitir a nadie la física, química y naturaleza de la bomba atómica”, poniendo en duda la veracidad de la confesión. Trece años después del crimen, David Greenglass, el hermano de Ethel, confesó públicamente que la acusación que les hiciera y los llevara a la cárcel fue falsa e inducida por el FBI.
El hermano de Ethel, en busca de reducir su condena y presionado, incriminó a Julius y Ethel, y dijo que su cuñado lo captó para formar parte de una red espía de Moscú. En 1970, el FBI desclasificó documentos probatorios de la gran farsa que constituyó aquel juicio histórico.
Tres décadas más tarde, la Asociación Americana de Abogados reconstruyó el proceso a los Rosenberg, y arribó a la certeza concluyente de que los dos eran inocentes de las acusaciones por las que fueron ejecutados en la silla eléctrica.
Sus muertes adquieren una gran dimensión histórica, no solo como muestra de la despiadada persecución ideológica del macartismo en el marco de la Guerra Fría. Entre 1950 y 1954, Joseph Mc Carthy organizó y dirigió el Comité de Actividades Anti- Estadounidenses del Senado, desde donde lanzó la mayor operación de investigación, acoso y persecución a políticos, sindicalistas, intelectuales y artistas que tenían posiciones políticas de izquierda, liberales y progresistas. Sobre este periodo siniestro de la historia estadounidense, escribió Eduardo Galeano:
“El senador Joseph McCarthy siembra el miedo en los Estados Unidos. Y por orden del miedo que manda asustando, se asfixia la libertad, se prohíben libros, se prohíben ideas, los ciudadanos denuncian antes de ser denunciados, quién piensa atenta contra la seguridad nacional y quién discrepa es un espía al servicio del enemigo comunista”.
Por  lo expuesto, podemos asegurar que también son un gran ejemplo de Alta Fidelidad política e ideológica, eran jóvenes retoños de una nueva moral para un mundo más justo, pero ellos prefirieron perder la vida a denunciar alguna próxima víctima de la brutalidad del sistema capitalista; ese era el método de persecución ideológica del macartismo: condonaban penas a todo aquel que acusara a otro de comunista
Dentro de la cárcel de Sing-Sing, un grupo de seis hombres del FBI, equipados con dos líneas telefónicas conectadas directamente con  Washington, esperaban en un puesto secreto, con la esperanza de que Julius Rosenberg o su esposa Ethel prefirieran confesar sus actividades de espionaje a ser ejecutados.
Mientras, fuera de la Casa Blanca, pequeños grupos de manifestantes portaban pancartas con la inscripción: “¡Muerte a las ratas comunistas!”.
Pero a unos 50 km. al sur, en la Union Square de Nueva York, una multitud de miles de personas se reunió para pedir clemencia. Para millones de personas la Unión Soviética era la patria del socialismo, el país que a costa de pérdidas humanas infinitas había hecho posible la victoria sobre el nazismo (allí murió el 92% de los afiliados al PCUS). Al mismo tiempo se realizaron numerosas manifestaciones de solidaridad en los Estados Unidos y en el resto del mundo. Un grupo de estadounidenses ilustres, entre los que se encontraban el antiguo gobernador de California Culbert Olson, el científico ganador del Premio Nobel Linus Paulin, el sociólogo Lewis Mumford y numerosos juristas, educadores y religiosos, emitieron un comunicado pidiendo clemencia por los condenados. Figuras internacionales como el físico ganador del Premio Nobel Albert Einstein y el Papa Pio XII hicieron llegar sus reclamos al presidente Dwight Eisenhower, quién no se conmovió.
Ambos fueron ejecutados en virtud de la Ley de Espionaje de 1917, que dictaba pena de muerte para este tipo de delitos en tiempo de guerra, si bien en el momento de haberse cometido el supuesto espionaje, Estados Unidos ni siquiera estaba en guerra con la Unión Soviética. Al comparar este caso con otros de la misma índole, resueltos con penas mucho más leves a pesar de existir pruebas más concluyentes, como el caso de Klaus Fuchs, condenado a 14 años de prisión tras haber espiado a los Estados Unidos en favor de la Unión Soviética, se observa un mayor agravio, impulsado por el ambiente anti-comunista y el miedo imperante en la sociedad estadounidense a un inminente enfrentamiento con la Unión Soviética lo que habría originado el «macartismo». En esa época se vivía la Guerra de Corea (25 de junio de 1950 al 27 de julio de 1953). Este era un conflicto entre Corea del Norte  y Corea del Sur , pero a la vez era una guerra no oficial entre Estados Unidos y la Unión Soviética, conocida como parte de la Guerra Fría. Es por ello que, en el juicio, se acusó al matrimonio Rosenberg de haber revelado los secretos de la bomba atómica a los soviéticos, dando lugar supuestamente al equilibrio nuclear con los soviéticos y se les hizo responsable de las numerosas bajas estadounidenses durante la Guerra de Corea. Ambos fueron el chivo expiatorio de la  derrota que se avecinaba en Corea y como brutal reprimenda los ejecutaron en la silla eléctrica el 19 de junio de 1953. 
En la petición de clemencia enviada por Ethel Rosenberg al Presidente de los Estados Unidos, ella declaró abiertamente su inocencia y su valiente posición.
”…No somos mártires ni héroes, ni aspiramos a serlo. No queremos morir. Somos jóvenes, demasiado jóvenes, para la muerte. Ambos anhelamos ver crecer a nuestros dos pequeños hijos, Michael y Robert, hasta que lleguen a ser hombres. Deseamos, con cada fibra de nuestro ser, que nos restituyan en algún momento al lado de nuestros hijos para reanudar la armoniosa vida familiar que disfrutamos antes de la pesadilla de nuestros arrestos y condenas. Deseamos que nos reintegren algún día a la sociedad donde podamos contribuir con nuestras energías a construir un mundo en el que todos tengan paz, pan y rosas.
Sí, aspiramos a vivir, pero con la sencilla dignidad que inviste solo a aquellos que han sido honestos consigo mismo y con sus semejantes. Por lo tanto, con honradez, solo podemos decir que somos inocentes de este crimen.”
Aun hoy los seguimos recordando los comunistas de la Patria Grande, porque: “Razón tenía el viejo Marx, cuando hablaba de que los hechos en la historia se repiten, unas veces como tragedia y otras como comedia, claro, él a su vez cita a Hegel, pero lo sustancial es que la historia se manifiesta de tal forma, que produce un efecto de resplandor, evidencia con tanta claridad las relaciones sociales de producción, que no le cabe dudas al marxista de los vínculos que existen entre la rancia oligarquía pro imperialista y la prensa, que es su brazo propagandístico”, declara la Juventud Comunista de Ecuador y reproduce un poema de uno de sus grandes literatos, Adalberto Ortiz, alusivo a la infamias del macartismo de los medios de comunicación:

EL PELO Y LOS PERIODICOS
Mi amigo, el peluquero,
 cree, a pie juntillas, en todas las noticias
 de la Prensa Unida y Asociada,
 en los partes de guerra de Corea
 y en los discursos de Truman y Eisenhower.
 Cuando electrocutaron a los esposos Rosenberg,
 fue a la catedral y oró contritamente
 por el perdón de sus culpas de espionaje atómico,
 después de haber gozado en la lectura
 de todos los detalles.
 Cree en la honestidad, proclamada en los periódicos,
 de todos los contrabandistas,
 prevaricadores y coimeros,
 convertidos en prohombres de la Patria.
El diario de la mañana es su Evangelio
 y la fuente inagotable de sus temas
 para distraer a sus clientes.
A mí me aburre.
 Pero debo subir a su silla pasando una semana
 con un escalofrío, mirarme en el espejo
 y acordarme de la inocencia y sacrificio de los Rosenberg,
 porque tengo un pelo muy difícil
 y él es un hábil peluquero.

Pero, a pesar del miedo y las persecuciones ideológicas del momento, una multitud de 8 mil personas asistió al funeral del matrimonio Rosemberg, que se realizó en Brooklin, convencidos de su inocencia. En muchas partes del mundo se realizaron manifestaciones de rechazo de todo tipo. El poeta argentino José Pedroni publicó un poema dedicado a Ethel Rosemberg; que luego (paradójicamente lo cantara otra víctima del macartismo de Videla y Cía), el cantor popular Jorge Cafrune,  lo grabó con su propia voz.
A Ethel Rosenberg
Letra: José Pedroni- Música: Jorge Cafrune
SI MORIMOS
Ustedes sabrán, mis hijos, sabrán por qué dejamos las canciones sin hacer, los libros sin leer, el trabajo sin hacer para descansar bajo la grama.
No mas lamentos mis hijos, no más, porque las mentiras y las calumnias fueron montadas.
Las lágrimas que derramamos y el dolor que nos penetra para todos deberán ser proclamados.
La tierra sonreirá, mis hijos, sonreirá, y el verde sobre nuestro lugar de reposo crecerá, el crimen finalizará, el mundo se regocijará en hermandad y paz.
Trabajen y construyan, mis hijos, construyan un monumento al amor y a la alegría, al valor humano, a la fe que guardamos por ustedes, mis hijos, por ustedes.





No hay comentarios:

Publicar un comentario