Dos buenas noticias para nuestra América
Patricio Echegaray
En estos días hemos asistido a dos acontecimientos de
enorme importancia para el futuro de los procesos emancipatorios de nuestra
América que merecen una primera reflexión.
Por un lado, mientras aún se propagaban malintencionados análisis
sobre la autenticidad de las fotos que mostraban al presidente Hugo Chávez en
pleno proceso de recuperación junto a sus hijas en Cuba, el anuncio de su
regreso a Caracas tiró por la borda estas especulaciones que sólo reflejaban la
expresión de deseos de los enemigos de la revolución bolivariana.
El regreso del presidente Chávez a su patria es un hecho
que nos alegra por partida doble, en lo humano por que el mismo nos habla de un
avance positivo en la dura batalla que Chávez está librando por recomponer su
salud, y en lo político resulta un dato fundamental por la relevancia que el
proceso venezolano tiene en nuestro continente y para el cual, la presencia del
líder junto a su pueblo y acompañando a Nicolás Maduro en las tareas que le ha
tocado asumir y que leal y eficientemente está llevando adelante, resultan de
enorme importancia.
Estamos seguros que los mismos buitres que pusieron en
duda la autenticidad de las fotos y que hoy quieren hacer ver en el regreso de Chávez
a Venezuela una suerte de “despedida” por el agravamiento de su salud, serán
nuevamente desairados por la recuperación del presidente bolivariano.
A la alegría por el regreso de Chávez se suma la
contundente victoria lograda por Rafael Correa en Ecuador.
La ratificación de la Revolución Ciudadana encabezada por
Correa es una muestra más del apoyo popular alcanzado por el proceso de
transformaciones profundas encaradas en Ecuador que ha dejado muy lejos en las
preferencias electorales tanto a la derecha que busca regresar al paradigma
neoliberal como a aquellos sectores de la izquierda que, impulsados por un supuesto
“purismo ideológico” han roto con el presidente Correa y, coincidiendo en la
práctica con los intereses derechistas, apostaron a una derrota del mismo.
El pueblo ecuatoriano hizo fracasar estos intentos
revalidando un proceso de transformación el cual, como planteó el presidente
reelecto, enfrenta el desafío en los próximos años de hacer irreversibles las
reformas efectuadas y avanzar profundamente en lo que falta para la refundación
de un Ecuador más justo.
No son pocas las enseñanzas que los procesos venezolano y
ecuatoriano proyectan sobre la región y sobre las cuales seguramente volveremos
en otras oportunidades, pero lo que hoy podemos refrendar es que los pueblos
apoyan a los gobiernos que llevan adelante medidas antineoliberales y que lejos de sufrir el “desgaste de la gestión”,
estos gobiernos logran revalidar su compromiso con los sectores populares que
los acompañan y que los sostienen, dejando en claro que para avanzar y dejar
definitivamente atrás los embates derechistas resulta necesario profundizar el
camino de las reformas estructurales.
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