jueves, 28 de noviembre de 2013

Comunicado


El Partido Comunista de la Argentina expresa su enérgico rechazo a la sanción otorgada en la madrugada de hoy por la Cámara de Senadores al proyecto de Reforma, Actualización y Unificación de los Códigos Civil y Comercial de la Nación.

Sin dudas, la revisión y actualización de ambos códigos es una meta necesaria y legítima. Sin embargo, muchas de las modificaciones contenidas en esta iniciativa  constituyen un franco retroceso en la vigencia de derechos democráticos ganados gracias a la lucha popular, en tanto otras incurren en flagrantes contradicciones con derechos largamente esperados y reconocidos en diversas leyes (como la de fertilización asistida) o cierran las puertas a la conquista de nuevos derechos.

Entre estos últimos, uno de los más repudiables es el de la modificación del Artículo 19, donde la redacción aprobada pasa a considerar la existencia de la persona humana desde el momento de la concepción. Así, y entre las múltiples consecuencias que esta decisión acarrea para la sociedad, una de las más nefastas es la obturación de  toda posibilidad de discutir y legislar sobre la despenalización y legalización del aborto. No caben dudas de que los lobistas de la jerarquía de la iglesia católica fueron artífices protagónicos de esta imposición y que ello no fue porque sí. Tal como advertimos hace meses, es innegable que su capacidad de presión se vio profundamente fortalecida desde la elección de Bergoglio como papa. Pero lo más lamentable es que la Cámara de Senadores se haya dejado subordinar por la definición filosófica sobre el significado de la vida humana proveniente de una corporación que, como tal, no puede ni debe erigirse en vocero y representante de los intereses de las y los ciudadanos de este país en su conjunto. Con esa subordinación esta Cámara ha violentado por completo el principio constitucional que establece que el Estado argentino es independiente de todo culto, lo cual incluye al católico.

Si este proyecto obtiene una sanción definitiva, el Estado argentino seguirá siendo el responsable directo de la muerte de miles de mujeres por negarles el derecho a decidir sobre su propio cuerpo.

Modificar y actualizar estos códigos es absolutamente necesario. Pero esta tarea requiere de una discusión profunda, democrática y seria, comprometida con los derechos humanos y no con las corporaciones.

Partido Comunista de la Argentina

28 de noviembre de 2013 

domingo, 17 de noviembre de 2013

Entrevista en Miradas al Sur

Hay que construir un programa concreto para el proyecto político”. Entrevista. Patricio Echegaray

Año 6. Edición número 287. Domingo 17 de Noviembre de 2013
(FOTO: JUAN FORM).
Entrevista. Patricio Echegaray. Secretario general del partido comunista de la argentina. El apoyo a los frentes gobernantes de la región, el perfil propio, la crítica propositiva y el rumbo del comunismo en América latina.
En determinados moentos históricos, los partidos comunistas de la región seguían los dictados del Partido Comunista de la Unión Soviética: frentes, alianzas, caracterizaciones de los gobiernos. Hoy, 24 años después de caído el muro de Berlín, el comunismo, sin contar Cuba, forma alianzas que llegaron al poder en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Argentina y, casi con seguridad, Chile. ¿A qué eje responden esos partidos comunistas de la región?
–Vamos por partes. Estuvo también en Paraguay durante el gobierno de Fernando Lugo. Ahora es una parte importante del Frente Guazú opositor a Cartes. En Perú, está en la oposición a Ollanta Humala por, entre otras tantas cosas, no cumplir sus promesas electorales e interponerse con la Alianza del Pacífico a la corriente regional. Dicho esto, en Chile hay acuerdos importantes que lograrán incrementar la presencia comunista parlamentaria, con Camila Vallejos y Karol Cariola, muy importante para la batalla fundamental que definirá qué es lo que va hacer Bachelet, qué actitud va a tomar con la Constitución chilena. Si ella jura como juró Chávez, “sobre esta moribunda Constitución”, si encara un proceso serio de cambio y liberación, sería fantástico. Ahora bien, la caída de la Unión Soviética nos hizo pensar varias cosas. La Revolución de Octubre fue un acontecimiento sustantivo del siglo XX, siglo de dinámica histórica por excelencia. Nos enseñó con su proceso de desarrollo y mucho más con la idea de que era posible tomar el cielo por asalto. Eso es inspirador para estos nuevos momentos que vivimos. Luego, debemos rescatar la fase de la Nep, la nueva política económica que, con la muerte de Lenin y por el previo peso del comunismo de guerra, no pudo consolidarse. Esa idea reinstalaba la idea del socialismo no como utopía final, sino como la transición hacia la verdadera utopía que era el comunismo: transición que permite, conservando una hegemonía de propiedad social, tener espacios de propiedad privada, dinamizando la fuerza productiva y resolviendo problemas muy importantes de nivel de vida. En eso se inspiraron China y Vietnam. Allí abrevan las reformas importantísimas y de tendencia avanzada que se están aplicando en Cuba. Y con la caída de la URSS aprendimos que todos los procesos de revolución, por grandes y poderosos que sean, son reversibles.
–Entonces...
–Entonces comprendimos que los partidos comunistas debemos apoyar todos estos procesos respetando nuestro perfil propio. Un apoyo leal y consciente de que cualquier retroceso que ocurra es una pérdida terrible. Por eso, en la Argentina defendemos a Cristina y lo decimos sin ocultamientos. Porque rompieron las relaciones carnales, porque se incorporaron fuertemente al proceso latinoamericano y porque, desde el gobierno de Néstor Kirchner tenemos la mejor política internacional, sólo comparable con aquel momento, aislado, pero estelar, que fue la ruptura del bloqueo a Cuba por el tándem Perón-Gelbard. Ahora se tiene una política latinoamericanista fuerte, consistente. Estamos a ocho años del ALCA, que se produjo en la Argentina, enorme mérito de Néstor Kirchner, de Lula, de Chávez y de alguien que si bien no estuvo presente jugó un papel fundamental, Fidel Castro. Eso produjo una nueva situación, de incorporación franca, con América latina en una situación fabulosa. Además, está todo lo que se hizo en cuanto a distribución de ingresos, a transformaciones democráticas, empezando por la anulación de Punto Final y Obediencia Debida. Recordemos que el Comunista fue el único partido querellante por los 30.000 desaparecidos. Tenemos una valoración altísima de la Asignación Universal, de la nacionalización de los fondos de las AFJP, de la nacionalización de Aerolíneas y de todas las reformas de tipo sociocultural profundo. Valoramos y apoyamos todo eso. Pero, además de apoyar lo que se hizo en estos últimos diez años, miramos y analizamos los discursos opositores, como el de Sergio Massa y otros referentes en el Council of America. Allí, en reuniones con el establishment, hablaron de dar un viraje sustantivo en la política exterior. No lo dijeron en los discursos de campaña ni en los barrios ni en las universidades, pero al establishment se lo dijeron porque ése es el plan. Y, naturalmente, estamos aquí para denunciar eso, para alertar y no descuidarse.
–¿Para no volver a cometer viejos errores?
–Es verdad que la disolución de la Internacional Comunista en 1943 fue un gran error, porque no democratizó, que fue el argumento que se utilizó para romperla, sino que generó una relación radial desigual entre los partidos comunistas del mundo y el PC de la URSS, el partido en el poder. Eso influyó negativamente en la política internacional, aunque debemos reconocer errores sustantivos que pusimos de nuestro propio coleto.
–¿Por ejemplo?
–Mantener a la Argentina caracterizada durante años como un país con cierto grado de desarrollo capitalista pero que no pudo alterar su estructura feudal. Era un error nuestro, de los comunistas argentinos, y los rusos no lo compartían. Los soviéticos tenían una mirada, no de revolución internacionalista hacia la Argentina, sino una mirada geopolítica y económica.
–¿Basada en qué realidades?
–Una de las causas fundamentales del deterioro e implosión de la Revolución Rusa fue la no solución del problema agrario, de la soberanía alimentaria. Todo lo que la Unión Soviética ganaba en balanza de pago por exportación de industrias, de conocimiento, de materiales estratégicos, formaba una montaña de dinero inmenso con el que había que pagar por los alimentos que no producía. Eso ocurría por uno de los grandes errores: pretender transformar al campesino en obrero, con lo cual el campo dejó de producir. Eso, junto con la posible reversibilidad del proceso revolucionario, es lo que pretendía corregir la Nep. Y eso es a lo que tenemos que estar atentos hoy en la región. El imperialismo vive una crisis civilizatoria: económica, energética, alimentaria, ecológica. Hoy 20.000 niños mueren por día por la falta de alimentación. Es el mundo actual, unipolar, hegemonizado por el capitalismo triunfante, el que felizmente empieza a trastrabillar. El imperio no puede reproducir el sistema, basado en el consumo infinito. La humanidad tiene una dimensión y el consumo tiene un desarrollo tal que nos enfrenta a la finitud de recursos tales como el petróleo, el agua, el cobre, el hierro. Es una crisis que no puede reproducir el consumo infinito en un planeta finito en cuanto a sus recursos y posibilidades. Ante eso, una nueva visión del socialismo recreado tiene que cambiar el paradigma del progreso. Un error grosero fue que se tomó el paradigma del progreso creado por la burguesía: más desarrollo, más consumo, quizás un poco mejor repartido. Ese es uno de los grandes cambios que hay que hacer para el socialismo del siglo XXI. Pero el imperio sigue contraatacando; por su crisis, el imperialismo se hace más agresivo, sobre todo con los que ellos consideran su espacio estratégico.
–América latina...
–Exacto, donde existe la potencialidad de la reserva económica más fabulosa del planeta, empezando por las reservas petrolíferas venezolanas que ya se comprobó que superan las de Arabia Saudita, siguiendo por la riqueza de Brasil, nuestros yacimientos de Vaca Muerta. Está el litio, acumulado en Argentina, Brasil y Chile. Somos el país que tiene la mayor parte de la mayor acumulación montañosa del mundo, esto es acumulación de minerales. De ser un país con minerales pasamos a ser un país minero, y esto plantea grandes problemas: el ecológico, por supuesto, pero también el del saqueo si no seguimos moviendo con la Constitución de 1994 que les otorga potestad de su suelo a las provincias que, evidentemente, tienen poca capacidad de negociación con las grandes corporaciones mineras. En fin, tenemos todas estas nuevas situaciones, pero el imperialismo quiere revertir el proceso. Sería falso pensar que sólo hay una cuestión de ambición de riquezas. La cuestión es ideológica: América latina, en este proceso que se está llevando a cabo, es un faro alternativo frente a su crisis.
–¿Un faro ideológicamente alternativo?
–Claro, un gran territorio de enormes riquezas y potencialidades, pero que además tiene un alto nivel de desarrollo de los Estados y de sus fuerzas políticas y culturales. Una región con un grado de empatía poco común: no hay aquí 35 idiomas distintos como en Europa. Además, ya hicimos una revolución anticolonial continental: Bolívar, San Martín. El capitalismo está en una etapa de senilidad, ya no tiene el vigor productivo que tenía en su juventud y su madurez. Pero ahora está el capitalismo financiero, con activos de finanzas 600 veces mayores que los reales. Es sabio y perverso, y no es una realidad externa a nuestros países: está instalado. Tenemos que entender que todas las fracciones de derecha que se mueven en el país (la mediática, la política, la del movimiento social) tiene un articulador detrás que las hace más peligrosas aún: la embajada norteamericana, los servicios que residen allí, el espionaje para conocer, programar y articular mejor el tratamiento político a cada sector, a cada dirigente, a cada fuerza. Por eso los partidos comunistas de la región estamos apoyando efectivamente a todos los procesos liberadores con un perfil propio, autónomo, preservador de nuestra esencia crítica. Si abandonamos nuestra capacidad crítica dejamos de ser quienes somos. Críticos pero con capacidad propositiva. No se trata de criticar sin proponer un camino de soluciones. Por eso valoramos la decisión muy sabia que se tomó en la crisis de 2009 de salir arando por izquierda con la ley de medios, con la Asignación Universal, con la nacionalización de las AFJP. Por eso no decimos que las últimas elecciones fueron una gran victoria ya que el frente gobernante conservó una cierta mayoría. Somos aliados leales, creemos que no se puede decir que triunfamos cuando se perdió en los 5 distritos principales, cuando hay una disminución de votos importante en relación a la elección presidencial. Es cierto que eso es fruto del carácter de las elecciones de mediano término, pero hay que señalar que la oposición está innegablemente más articulada y estructurada aunque no se haya unido en una sola fuerza. La derecha ya se articuló para dirigir el espacio del FAP a partir del enorme favor que hace esta social democracia en proceso degenerativo. Allí está el claro ejemplo de Hermes Binner al decir “yo votaría por Capriles”. Allí está Sergio Massa declarando que es necesario un golpe de timón en la política exterior. Y está también la propuesta de hegemonizar a través de Daniel Scioli al propio Frente Para la Victoria. No se puede mantener una actitud liviana ante esta situación tan delicada, no somos de los que dicen que hay que resignarse, que hay que rendirse. Hay mucho por hacer y se puede revertir la situación, pero para considerar que la década es ganada, hay que resolver tareas que están atrasadas y pendientes.
–¿Por ejemplo?
–Básicamente, definir el programa que Cristina Fernández de Kirchner puso como proyecto político, social y cultural en el Bicentenario. La idea de “proyecto” habilita un debate más fértil que el de “modelo”, que aparece como algo que viene preconcebido, que se acepta o se rechaza favoreciendo la política primitiva de oficialismo-oposición. Nosotros creemos que la idea de “proyecto” abre a la participación, al debate que necesariamente tiene que ponerles nombre y apellido a las muchas cosas que debemos hacer. Hay que ser más consistente en el proceso de recuperación de la propiedad privatizada; no sólo con el carácter de estatización, sino con el carácter de empresa publica. Hay que ser más consistente en las políticas de control en los precios. Hay que cambiar muchas cuestiones financieras: la ley de entidades financieras sigue siendo la de la dictadura. Y hay una política impositiva regresiva que está fundamentalmente apoyada en el IVA, el impuesto más regresivo que se conoce. Y se debe tener una nueva ley de minería; una empresa nacional de transporte, de ferrocarriles, que luche por la recuperación y remodelación del sistema ferroviario en la Argentina para que deje de ser radial. Y tantas otras cosas que tienen que ver con pasar de una etapa de distribución de ingresos a una de distribución de riquezas, lo que nos llevaría a pensar en una reforma agraria con ideas nuevas sobre la estatización de los centros de producción agraria. Claro que todas estas cuestiones tienen que ver con una reforma de la Constitución.
–Una reforma constitucional que la oposición sigue denunciando como mero intento de re reelección para, en realidad, frenar todo lo demás... 
–Claro, pero es necesario asimilar esa mentira para pelear y no dejarnos inhibir con eso de la re-reelección de Cristina. Y volvemos sobre las enseñanzas de la región. Lo que se debate en las elecciones del 8 de diciembre en Venezuela, no es solo patrimonio de e se país. Lo que pase allí nos compete a todos. La revolución bolivariana no se conformó con ser antineoliberal, planteó la necesidad de ser y hacer un planteo post capitalista. Dijo que el capitalismo en su variante pretendidamente humanizada no es la solución sino el problema. Chávez tuvo el merito universal de haber instalado la idea del paradigma socialista, que es lo que caracteriza un poco la tendencia del cambio de época. No era que habían muerto las revoluciones, las ideologías, el socialismo; no era que había que acostumbrarse al capitalismo, y que los socialistas y comunistas debían ir al parque jurásico. Ahora, en el parque jurásico están ellos. La reinstalación del enfoque socialista hace que nos nutramos del pensamiento de Chávez, un pensamiento en clave suramericana, en clave de patria grande. Un pensamiento que nace de Bolívar, de Simón Rodríguez, de Vicente Zamora; que tiene fuerte inspiración en nuestros Mariano Moreno, Manuel Belgrano, San Martín, Monteagudo. Bolívar fue el líder de una burguesía naciente que era anticolonialista y nos inculcó el sueño de hacer una gran patria, una idea extraordinaria que marca ese enfoque marxista de que las revoluciones son internacionales por su contenido y nacionales por su forma. Algo que Chávez contiene en su reflexión y que fue un tremendo aporte a la ruptura del mundo unipolar. América latina tomó esa actitud como un proceso que se consolida, se convirtió en un polo mundial, y el imperialismo no quiere eso. El Partido Comunista de la Argentina, al igual que el resto de los partidos comunistas del continente, está apoyando con claridad estos procesos de cambio. Reitero: lo hacemos desde nuestra autonomía política, sin perder nuestra mirada crítica, responsable y propositiva sobre estos procesos. Es a partir de esto que marcamos que en nuestro país tenemos aún dos deudas muy grandes que debemos saldar: la discusión y confección de un programa concreto que oriente los pasos a dar en este proyecto y la construcción de una fuerza política frentista, amplia y democrática en su funcionamiento interno, que pueda defender y avanzar en las transformaciones necesarias. En superar estos desafíos está puesto el firme compromiso del Partido Comunista.